Rumanía fue una tierra de influencia ortomana, de la que ha conservado importante herencia, sobretodo en el idioma, en la lengua rumana.
El primer documento enteramente rumano data de 1521, mientras que ya hay registros de la lengua rumana en textos datados del 1482.
Desde sus inicios se han cultivado importantes géneros de la literatura, como son la poesía, cabe destacar en esta a Anacreonte, Iancu Vacarescu (uno de los mejores poetas de su generación) y su padre Ienachita Vacarescu, que ilustraban el espíritu de los Balcanes y el folclores otomano.
Dentro de los ideales nacionalistas, en los años 20 del siglo XIX, aparecen documentos filológicos sobre el origen románico del rumano. La filosofía también tiene un auge en estos tiempos con figuras como Ion Heliade adulescu, fundador del primer periódico rumano, además de ser el impulsor del Teatro Nacional de Bucarest.
Un siglo después, con la literatura de entre guerras, aparecen autores de la talla de Liviu Rebreanu, enfocados tanto en la sociedad tradicional, eventos polítcos como de crítica social. La novela en esta época también tiene una gran importancia y auge, con Camil Petrescu o George Calinescu (dedicado también a la poesía, a la crítica, dramaturgo, ensayista y periodista).
Todo esto, y hasta el día de hoy, la literatura rumana ha tenido gran importancia, por lo que el 25 de mayo, con la celebración de la 77ª edición de la Feria del Libro de Madrid, se le ha hecho un hueco para que pueda hacerse un hueco fuera de sus fronteras. Nuevos autores de la talla de Mircea Cartarescu, uno de los escritores más prestigiosos de Europa, poeta, narrador y crítico literario, además de Ana Blandiana, se dieron cita en esta exposición de una literatura hermana a la española pero tan diferente a la vez.
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