Aquí estamos de nuevo...
Hoy nos
encontramos de camino a meternos de lleno en una de las historias más famosas y
sangrientas de la historia de Europa… La conocida vida “vampírica” del príncipe
Vlad Tepes, de Transilvania, Rumanía. Nos adentraremos, además en la faceta no
tan conocida y la que le dio la fama de vampiro, cosa que solo es una falacia
pero que en la época se creía verídica la capacidad de transformarse en el ser
alado que chupa la sangre de sus víctimas.
Llegamos
al castillo de Bran en el que Vlad Tepes o más conocido como Drácula, gobernó sus días
de mayor apogeo en la zona. Es un imponente castillo medieval sobre una colina,
rodeado de bosque y de un halo de misterio e intriga…. Una pregunta nos asalta ¿Nos
encontraremos con los espíritus de las víctimas de Vlad, vagando por
dondequiera que vayamos?
Nada más
acercarnos y disponernos a entrar, nos damos cuenta de la inmensidad del
castillo, de sus grandes dimensiones y, cómo no, nos percatamos de la capacidad
que tiene este lugar de crear sensaciones extrañas en nosotros.
Podemos
pensar enseguida que la capacidad adquisitiva de quien lo construyó no era la
habitual para un simple campesino de la época, sino que era alguien poderoso,
muy poderoso, y que fue capaz de centrarse en todo lujo de detalles que han
perdurado hasta nuestros días.
Según la gente de la zona, la
mejor época para visitarlo es durante el invierno, en la época de nieve, ya que
la estampa es realmente bonita y traslada a cualquiera que se encuentre allí,
al medievo.
A pesar de la fama que ha
obtenido este castillo medieval gracias a la novela de Bram Stoker, Drácula, se
cree que el príncipe nunca habitó este castillo, habiéndolo hecho en el
castillo (ahora prácticamente en ruinas) de Poenari, donde llevaría a cabo sus
macabros actos de encarcelamiento, asesinato y empalamiento hacia sus más de 50.000
víctimas.
Esta
pasión por el empalamiento y el derrame de sangre humana es lo que le valió la
fama de “vampiro-chupasangre” ya que en la época esta visión aterrorizaba aún
más que ser un ser común y terrenal, el poderse encarnar en un ser semi-mitológico.
Hoy en
día esta figura de Vlad sigue teniendo mucha atracción, ya que la gente visita
los principales lugares donde se desarrolló la historia de este sanguinario
príncipe y, además, gracias a todo el halo de misterio y leyenda que le rodea debido
a la novela que le “resucitó” de entre las historias olvidadas durante años.
¿Nos
sigues acompañando en esta aventura?
Hasta pronto...
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